Piaget
influyó profundamente en nuestra forma de concebir el desarrollo del niño.
Antes que propusiera su teoría, se pensaba generalmente que los niños eran
organismos pasivos plasmados y moldeados por el ambiente. Piaget nos enseñó que
se comportan como pequeños científicos que tratan de interpretar el mundo.
Tienen su propia lógica y formas de conocer, las cuales siguen patrones
predecibles del desarrollo conforme van alcanzando la madurez e interactúan con
el entorno. Se forman representaciones mentales y así operan e inciden en él,
de modo que se da una interacción recíproca.
Nació en Suiza en 1896. Fue uno de los primeros teóricos del constructivismo en
psicología. Pensaba que los niños construyen activamente el conocimiento del
ambiente usando lo que ya saben e interpretando nuevos hechos y objetos. La
investigación de Piaget se centró fundamentalmente en la forma en que adquieren
el conocimiento al ir desarrollándose. En otras palabras, no le interesaba
tanto lo que conoce el niño, sino cómo piensa en los problemas y en las
soluciones. Estaba convencido de que el desarrollo cognoscitivo supone cambios
en la capacidad del niño para razonar sobre su mundo. Piaget fue un teórico de
fases que dividió el desarrollo cognoscitivo en cuatro grandes etapas: etapa
sensorio motora, etapa preoperacional, etapa de las operaciones concretas y
etapa de las operaciones formales. Sus principales características se resumen abajo.
En cada etapa se supone que el pensamiento del niño es cualitativamente distinto
al de las restantes. Según Piaget, el desarrollo cognoscitivo no sólo consiste
en cambios cuantitativos de los hechos y de las habilidades, sino en
transformaciones radicales de cómo se organiza el conocimiento. Una vez que el
niño entra en una nueva etapa, no retrocede a una forma anterior de
razonamiento ni de funcionamiento.
Principios
del desarrollo: Organización y Adaptación.
Dos
principios básicos, que Piaget llama funciones invariables, rigen el desarrollo
intelectual del niño. El primero es la organización que, de acuerdo con Piaget,
es una predisposición innata en todas las especies. Conforme el niño va
madurando, integra los patrones físicos simples o esquemas mentales a sistemas
más complejos. El segundo principio es la adaptación. Para Piaget, todos los
organismos nacen con la capacidad de ajustar sus estructuras mentales o
conducta a las exigencias del ambiente. Asimilación y Acomodación.
Piaget utilizó los términos asimilación y acomodación para describir cómo se adapta el niño al entorno. Mediante el proceso de la asimilación moldea la información nueva para que encaje en sus esquemas actuales. Por ejemplo, un niño de corta edad que nunca ha visto un burro lo llamará caballito con grandes orejas. La asimilación no es un proceso pasivo; a menudo requiere modificar o transformar la información nueva para incorporarla a la ya existente. Cuando es compatible con lo que ya se conoce, se alcanza un estado de equilibrio. Todas las partes de la información encajan perfectamente entre sí. Cuando no es así habrá que cambiar la forma de pensar o hacer algo para adaptarla.
El proceso de modificar los esquemas actuales se llama acomodación. En nuestro ejemplo, el niño formará otros esquemas cuando sepa que el animal no era un caballito, sino un burro. La acomodación tiende a darse cuando la información discrepa un poco con los esquemas. Si discrepa demasiado, tal vez no sea posible porque el niño no cuenta con una estructura mental que le permita interpretar esta información.
De acuerdo con Piaget, los procesos de asimilación y de acomodación están estrechamente correlacionados y explican los cambios del conocimiento a lo largo de la vida.
¿Se le ocurre un caso de asimilación y acomodación tomado de sus experiencias de aprendizaje? Al leer este texto, estarás utilizando lo que ya sabes del desarrollo del niño para entender la información nueva. Pero quizá debas modificar algunas de tus ideas a medida que vaya adquiriendo más información. Por ejemplo, quizá haya aprendido en alguna otra parte que los lactantes no pueden realizar el pensamiento simbólico. Como verá más delante, la teoría de Piaget nos dice que durante el segundo año de vida empieza a emerger una forma de pensamiento simbólico. Por tanto, para lograr una comprensión más profunda de la infancia, habrá de modificar su conocimiento actual del desarrollo del lactante para incorporar (acomodar) la información nueva.
Mecanismos del desarrollo.
Si el desarrollo cognoscitivo representa cambios en la estructura cognoscitiva o esquemas del niño, ¿a qué se deben esos cambios? Piaget es un teórico interactivo para quien el desarrollo es una compleja interacción de los factores innatos y ambientales. Según él, en el desarrollo cognoscitivo intervienen los cuatro factores siguientes:
Si el desarrollo cognoscitivo representa cambios en la estructura cognoscitiva o esquemas del niño, ¿a qué se deben esos cambios? Piaget es un teórico interactivo para quien el desarrollo es una compleja interacción de los factores innatos y ambientales. Según él, en el desarrollo cognoscitivo intervienen los cuatro factores siguientes:
- · Maduración de las estructuras físicas heredadas.
- · Experiencias físicas con el ambiente.
- · Transmisión social de información y de conocimientos.
- · Equilibrio.
El
equilibrio es un concepto original en la teoría de Piaget y designa la
tendencia innata del ser humano a mantener en equilibrio sus estructuras
cognoscitivas. Piaget sostuvo que los estados de desequilibrio son tan
intrínsecamente insatisfactorios que nos sentimos impulsados a modificar
nuestras estructuras cognoscitivas con tal de restaurar el equilibrio. Así
pues, en su teoría ésta es una forma de conservar la organización y la
estabilidad del entorno. Además, a través del proceso de equilibrio alcanzamos
un nivel superior de funcionamiento mental.
Etapa sensoriomotora
(del nacimiento a los 2 años). Durante el período sensorio motor, el niño
aprende los esquemas de dos competencias básicas:
1) la conducta
orientada a metas (a lograr algo) y
2) la permanencia de los objetos.
Por ejemplo, aprende a diferenciar los objetos duros y blandos succionándolos. En los primeros meses de vida incorpora nuevas conductas a estos esquemas reflejos. Así, la succión del pulgar no pertenece a este tipo de acciones. Es un hecho fortuito que, una vez descubierto, repite una y otra vez porque le procura una sensación placentera. Lo inicia con un objeto concreto en mente. A esta clase de acciones intencionales o propositivas Piaget las llama reacciones circulares. Al final del primer año, comienza a prever los eventos y para alcanzar esas metas combina las conductas ya aprendidas. En esta fase, ya no repite hechos accidentales, sino que inicia y selecciona una secuencia de acciones para conseguir determinada meta. Piaget observó por primera vez esta secuencia cuando colocó bajo una almohada el juguete favorito de su hijo de 10 meses. El niño hizo una pausa, de un golpe la arrojó a un lado. Combinó varias acciones para conseguir lo que quería. La secuencia conductual comenzó a partir de un objetivo determinado. Al final de la etapa sensoriomotora, el niño comienza a probar otras formas de obtener sus metas cuando no logra resolver un problema con los esquemas actuales (observar, alcanzar y asir). Por ejemplo, si el juguete está fuera de su alcance debajo del sofá, posiblemente intente acercarlo con un objeto largo o gatee hasta la parte posterior del mueble. En vez de continuar aplicando los esquemas actuales, el niño ya puede construir mentalmente nuevas soluciones de los problemas. Según Piaget, la invención de nuevos métodos para resolverlos caracteriza el inicio de la conducta verdaderamente inteligente. Aunque los niños continúan resolviendo problemas por ensayo y error durante muchos más años, parte de la experimentación se realiza internamente mediante la representación mental de la secuencia de acciones y de las metas.
Desarrollo de la permanencia de los objetos. Otro logro importante que ocurre en el periodo sensoriomotor es la permanencia de los objetos. Es el conocimiento de que las cosas siguen existiendo aun cuando ya no las veamos ni las manipulemos. Los adultos sabemos que el zapato extraviado continúa existiendo a pesar de que no podamos verlo. Buscamos en el clóset, debajo de la cama y, finalmente, lo hayamos debajo del sofá de la sala. Los lactantes se comportan de modo distinto cuando los objetos desaparecen de su vista. Lo hacen como si hubieran dejado de existir. Puede estudiarse en varias formas el concepto que el niño tiene de la permanencia de los objetos. Como se explica aquí, una consiste en esconder su juguete favorito desde una almohada o de una sábana mientras él mira. Los niños de corta edad (de 1 a 4 meses) siguen con la vista el objeto hasta el sitio donde desaparece, pero sin que tengan conciencia de él una vez que ha dejado de ser visible.
Etapa
preoperacional (de 2 a 7 años).
Pensamiento representacional.
Durante la etapa preoperacional, el niño puede emplear símbolos como medio para
reflexionar sobre el ambiente. La capacidad de usar una palabra (galletitas,
leche, por ejemplo) para referirse a un objeto real que no está presente se
denomina función simbólica o pensamiento representacional.
Piaget
propuso que una de las primeras formas de él era la imitación diferida, la cual
aparece por primera vez hacia el final del período sensorio motor. La imitación diferida es la capacidad de
repetir una secuencia simple de acciones o de sonidos, horas o días después que
se produjeron inicialmente.
Durante la etapa se observan otros ejemplos del pensamiento representacional. A menudo se considera que los años preescolares son la "edad de oro del juego simbólico (Singer y Singer, 1976). El juego comienza con secuencias simples de conducta usando objetos reales; por ejemplo, fingir beber de una copa o comer con un objeto parecido a la cuchara. A los cuatro años de edad, el niño puede inventar su propia utilería, crear un guión y representar varios papeles sociales. En términos generales, el juego simbólico se inspira en hechos reales de la vida del niño (por ejemplo, el patio de juego, ir a la tienda, ir de Viaje), pero también los que contienen personajes de la fantasía y superhéroes son muy atractivos para él. Muchos expertos piensan que este tipo de juego favorece el desarrollo del lenguaje, así como las habilidades cognoscitivas y sociales. Favorece además la creatividad y la imaginación. Según Piaget, el desarrollo del pensamiento representacional permite al niño adquirir el lenguaje.
Durante la etapa se observan otros ejemplos del pensamiento representacional. A menudo se considera que los años preescolares son la "edad de oro del juego simbólico (Singer y Singer, 1976). El juego comienza con secuencias simples de conducta usando objetos reales; por ejemplo, fingir beber de una copa o comer con un objeto parecido a la cuchara. A los cuatro años de edad, el niño puede inventar su propia utilería, crear un guión y representar varios papeles sociales. En términos generales, el juego simbólico se inspira en hechos reales de la vida del niño (por ejemplo, el patio de juego, ir a la tienda, ir de Viaje), pero también los que contienen personajes de la fantasía y superhéroes son muy atractivos para él. Muchos expertos piensan que este tipo de juego favorece el desarrollo del lenguaje, así como las habilidades cognoscitivas y sociales. Favorece además la creatividad y la imaginación. Según Piaget, el desarrollo del pensamiento representacional permite al niño adquirir el lenguaje.
Los
años preescolares son un período de desarrollo acelerado del lenguaje: la
mayoría de los niños pronuncian sus primeras palabras hacia el segundo año y
van aumentando su vocabulario hasta alcanzar cerca de 2000 palabras. Cuando el
niño comienza a hablar, utiliza palabras referentes a actividades y a eventos,
lo mismo que a sus deseos actuales. Durante el período preoperacional empieza a
emplearlas en forma verdaderamente representacional. En vez de centrarse
exclusivamente en las actividades del momento o en sus deseos inmediatos,
comienza a usarlas para representar objetos ausentes y acontecimientos pasados
(Ginsburg y Opper, 1988).
Durante esta etapa, el niño comienza a representarse el mundo a través de Pinturas o imágenes mentales, lo cual ha hecho que algunos expertos califiquen de "lenguaje silencioso" el arte infantil. Los cuadros nos revelan mucho sobre su pensamiento y sus sentimientos. Por ejemplo, cuando a los niños de 2 y 3 años de edad se les pregunta qué están dibujando o pintando, lo más probable es que respondan: “Nada más estoy dibujando".
Sin embargo, entre los 3 años comienzan a combinar trazos para dibujar
cuadrados, cruces, círculos otras figuras geométricas. Inician la etapa
representacional del dibujo hacia los 4 o 5 años dibuja animales, personas,
personajes de caricatura y otros objetos. Las figuras pueden representar objetos
reales del entorno o personajes de la fantasía que han visto o de los cuales
han oído hablar.
A medida que va creciendo, el niño enriquece sus dibujos con detalles, incorporando incluso palabras que desarrollan el guión. Ahora las palabras impresas, lo mismo que las pinturas, pueden representar un objeto real del ambiente.
Durante esta etapa, el niño comienza a representarse el mundo a través de Pinturas o imágenes mentales, lo cual ha hecho que algunos expertos califiquen de "lenguaje silencioso" el arte infantil. Los cuadros nos revelan mucho sobre su pensamiento y sus sentimientos. Por ejemplo, cuando a los niños de 2 y 3 años de edad se les pregunta qué están dibujando o pintando, lo más probable es que respondan: “Nada más estoy dibujando".
Sin embargo, entre los 3 años comienzan a combinar trazos para dibujar
cuadrados, cruces, círculos otras figuras geométricas. Inician la etapa
representacional del dibujo hacia los 4 o 5 años dibuja animales, personas,
personajes de caricatura y otros objetos. Las figuras pueden representar objetos
reales del entorno o personajes de la fantasía que han visto o de los cuales
han oído hablar. A medida que va creciendo, el niño enriquece sus dibujos con detalles, incorporando incluso palabras que desarrollan el guión. Ahora las palabras impresas, lo mismo que las pinturas, pueden representar un objeto real del ambiente.
Conceptos
numéricos.
Junto
con la mayor habilidad de usar como símbolos las palabras e imágenes, los niños
empiezan a utilizar los números como herramienta del pensamiento durante los
años preescolares. Piaget sostuvo que los niños no adquieren un concepto
verdadero del número antes de la etapa de las operaciones concretas, cuando
comienzan a entender las relaciones seriales y jerárquicas. Los niños de edad
preescolar comprenden un poco las relaciones numéricas. Así, la mayoría de los
niños de 3 a 4 años de edad en que 3 es más que 2. Además, parecen poseer un
conocimiento intuitivo de la adición y la sustracción. Los preescolares
comienzan a comprender algunos conceptos básicos de los números, pero conviene
recordar que cometerán muchísimos errores de conteo. Omiten algunos números
(por ejemplo, 1, 2, .3, 5), no incluyen elementos mientras cuentan, etc.
Además, a la mayoría de ellos y a los niños de primaria les es difícil contar
grandes grupos de objetos desorganizados (Baroody, 1987).
Teorías
intuitivas. Los niños de corta edad se caracterizan
por su curiosidad y espíritu inquisitivo. En los años preescolares comienzan a
hacerse teorías intuitivas sobre los fenómenos naturales. Piaget (1951)
entrevistó a niños pequeños para averiguar de qué manera explicaban algunos
hechos como el origen de los árboles, el movimiento de las nubes, la aparición
del Sol y de la Luna, el concepto de la vida. Descubrió que sus conceptos del
mundo se caracterizan por el animismo.
Es decir, no distinguen entre seres animados (vivos) y objetos inanimados
(mecánicos); atribuyen estados intencionales y rasgos humanos a los objetos
inanimados. Por ejemplo, un niño de 3 años puede decir que el Sol está
caliente, porque quiere que la gente no tenga fría o que los árboles pierden
las hojas porque quieren cambiar su aspecto exterior. Creen que las rocas, los
árboles, el fuego, los ríos, los automóviles y bicicletas poseen
características vivas porque se mueven.
El siguiente ejemplo ilustra este pensamiento animista: Ana (2 años, 9 meses; sus respuestas se imprimieron en cursiva). ¿Tiene vida el gato? Sí. ¿Y un caracol? Sí. ¿Una mesa? No. ¿Por qué no? No puede moverse. ¿Tiene vida una bicicleta? Sí. Porque puede caminar. ¿Tiene vida una nube? Sí. ¿Por qué? A veces se mueve. ¿Tiene vida el agua? Sí, se mueve. ¿Tiene vida cuando no se mueve? Sí. ¿Tiene vida una bicicleta cuando no está moviéndose? Sí, tiene vida aunque no se mueva. ¿Tiene vida una lámpara? Sí, brilla. ¿Tiene vida la Luna? Sí, a veces se oculta detrás de las montañas.
Al construir sus creencias, los niños recurren a su experiencia y observaciones
personales. Con frecuencia él calificativo intuitivo se aplica a la etapa
preoperacional, porque su razonamiento se basa en experiencias inmediatas. Las
teorías intuitivas del mundo físico y biológico pueden tener una influencia
duradera en el aprendizaje. Del mismo modo que los niños empiezan a formular
teorías sobre el mundo externo en el periodo preoperacional, también comienzan
a hacerlas respecto al mundo interno de la mente. Piaget (1963) propuso que no
distinguen entre los fenómenos mentales y los reales. La confusión se
manifestaba principalmente cuando se les pedía explicar los orígenes de los
sueños (por ejemplo, ¿de dónde provienen?). En el caso de los pensadores
preoperacionales, son eventos externos que pueden ser vistos por otras
personas. Con el término realismo Piaget designa la tendencia' del niño a
confundir los hechos físicos con los psíquicos. La mayoría de los niños de 3
años saben que los deseos y motivos internos pueden hacer a una persona
comportarse en cierta forma. Los de 3 a 5 años saben que no es posible tocar ni
comer las galletas que aparecen en los sueños, y saben que éstos pueden
referirse a eventos imposibles, como el vuelo de un perro (Wellman y Estes,
1986). Cuando se les pide mencionar cosas que puede hacer la mente, los niños
de 4 y 5 años de edad dicen que pueden pensar, recordar y soñar.
El siguiente ejemplo ilustra este pensamiento animista: Ana (2 años, 9 meses; sus respuestas se imprimieron en cursiva). ¿Tiene vida el gato? Sí. ¿Y un caracol? Sí. ¿Una mesa? No. ¿Por qué no? No puede moverse. ¿Tiene vida una bicicleta? Sí. Porque puede caminar. ¿Tiene vida una nube? Sí. ¿Por qué? A veces se mueve. ¿Tiene vida el agua? Sí, se mueve. ¿Tiene vida cuando no se mueve? Sí. ¿Tiene vida una bicicleta cuando no está moviéndose? Sí, tiene vida aunque no se mueva. ¿Tiene vida una lámpara? Sí, brilla. ¿Tiene vida la Luna? Sí, a veces se oculta detrás de las montañas.
Al construir sus creencias, los niños recurren a su experiencia y observaciones
personales. Con frecuencia él calificativo intuitivo se aplica a la etapa
preoperacional, porque su razonamiento se basa en experiencias inmediatas. Las
teorías intuitivas del mundo físico y biológico pueden tener una influencia
duradera en el aprendizaje. Del mismo modo que los niños empiezan a formular
teorías sobre el mundo externo en el periodo preoperacional, también comienzan
a hacerlas respecto al mundo interno de la mente. Piaget (1963) propuso que no
distinguen entre los fenómenos mentales y los reales. La confusión se
manifestaba principalmente cuando se les pedía explicar los orígenes de los
sueños (por ejemplo, ¿de dónde provienen?). En el caso de los pensadores
preoperacionales, son eventos externos que pueden ser vistos por otras
personas. Con el término realismo Piaget designa la tendencia' del niño a
confundir los hechos físicos con los psíquicos. La mayoría de los niños de 3
años saben que los deseos y motivos internos pueden hacer a una persona
comportarse en cierta forma. Los de 3 a 5 años saben que no es posible tocar ni
comer las galletas que aparecen en los sueños, y saben que éstos pueden
referirse a eventos imposibles, como el vuelo de un perro (Wellman y Estes,
1986). Cuando se les pide mencionar cosas que puede hacer la mente, los niños
de 4 y 5 años de edad dicen que pueden pensar, recordar y soñar.
En esta edad,
también distinguen entre su conocimiento y el de otros (Wellman, 1990). Aunque
en la etapa preoperacional el niño empieza a formular una teoría de la mente,
conoce muy poco los procesos del pensamiento y la memoria. Así, el preescolar
cree que puede recordar todo cuanto ve y oye. Entre los 8 y 10 años, comienza a
adquirir lo que se conoce como conocimiento metacognoscitivo. La
metacogniciónes "pensar en el pensamiento"; desempeña una función
importantísima en el desarrollo cognoscitivo durante los años intermedios de la
niñez.
Hasta
ahora hemos explicado algunos importantes progresos del pensamiento del niño
durante el periodo preoperacional. Veamos ahora algunas de las limitaciones.
Las tres más importantes son egocentrismo,
centralización y rigidez del pensamiento.
El egocentrismo
es la tendencia a "percibir, entender e interpretar el mundo a partir del
yo" (Miller, 1993) Esta tendencia se manifiesta sobre todo en las
conversaciones de los preescolares. Como son incapaces de adoptar la
perspectiva de otros, hacen poco esfuerzo por modificar su habla en favor del
oyente. Los niños de tres años parecen realizar los llamados monólogos
colectivos, en los cuales los comentarios de los interlocutores no guardan
relación alguna entre sí. Entre los 4 y 5 años de edad, el niño comienza a mostrar
capacidad para ajustar su comunicación a la perspectiva de los oyentes. Piaget
e Inhelder (1956) utilizaron el famoso experimento de la montaña para estudiar
el egocentrismo en niños de corta edad. Colocaron sobre una mesa el modelo de
un panorama que contenía tres montañas, con cuatro sillas dispuestas alrededor.
En el experimento, un niño se sentaba en una mesa; se le pedía escoger entre un
grupo de dibujos aquel que describiera mejor el aspecto que la montaña tendría
para una persona sentada en otra silla. Se descubrió que la mayoría de los
niños menores de 7 u 8 años seleccionaban el dibujo que mostraba el aspecto que
la montaña tenía para ellos, no el que tendría para alguien sentado en otra
silla. Otra limitación del pensamiento preoperacional es la centralización. La centralización significa que los niños pequeños tienden a fijar la atención en un solo aspecto del estímulo. Ignoran el resto de las características. Como veremos más adelante, la centralización explica por qué a los niños les resulta difícil efectuar tareas relacionadas con la conservación. Supongamos que a un niño de 4 años le mostramos dos vasos idénticos con la misma cantidad de agua y que luego vaciamos uno en un vaso alto y delgado. Cuando le preguntamos: "¿Cuál vaso tiene más?", el niño se concentrará en la altura del agua y escogerá el más alto. Prescindirá de otras dimensiones del vaso como el ancho. El ejemplo ilustra otra limitación del pensamiento preoperacional.
El pensamiento de los niños pequeños tiende a ser muy rígido (Miller, 1993). En el ejemplo anterior, el niño se fija exclusivamente en los estados de "antes" y "después., no en el proceso de transformación. Con el tiempo, el pensamiento de los niños se toma menos rígido y comienzan a considerar cómo pueden invertir las transformaciones (vaciar el contenido de un vaso en otro). La habilidad de invertir mentalmente las operaciones es una de las características de la siguiente etapa del desarrollo cognoscitivo, la de las operaciones concretas. Mientras el niño no aprenda algunas operaciones mentales, como la reversibilidad, tenderá a basar sus juicios de la cantidad en el aspecto perceptual y no en la realidad. Si un vaso da la impresión de contener más agua, supondrá que la tiene. Flavell y sus colegas (Flavell, Green y Flavell, 1986) estudiaron la compresión de las apariencias y de la realidad en el niño. Descubrieron que la capacidad de distinguir entre la apariencia y la realidad se adquiere de los 3 a los 5 años. Cuando a los de 3 años se les muestra una esponja con el aspecto de roca, creen que es una roca. Si un pedazo de tela huele a naranja, es una naranja.
Por esta tendencia a confundir la realidad y las apariencias, el Halloween es una fiesta aterradora para la mayoría de los niños de 3 años y para algunos de 4 años. Si una persona parece un monstruo, debe ser un monstruo.
A los 5 años, casi todos
comienzan a distinguir entre las apariencias y la realidad.
Juego simbólico: utilizar un objeto durante el juego para representar
otroRazonamiento transductivo: al pensar, ir de lo particular a lo particular, sin hacer generalizaciones
Razonamiento inductivo: obtener pizas separadas de información y unirlas para formar una hipótesis o llegar a una conclusión
Razonamiento deductivo: empezar por una hipótesis o premisa y analizarla para ver si es verdadera.
Sincretismo: tratar de vincular ideas que no siempre están relacionadas
Egocentrismo: incapacidad para considerar la perspectiva de otro o para imaginar el punto de vista de otra persona
Animismo: atribuir cualidades de los seres vivos a objetos inanimados
Centración: concentrar la atención en un aspecto o detalle único de la situación
Conservación: idea de que las propiedades de los objetos permanecen iguales a pesar de cambios en su forma o disposición
Irreversibilidad: incapacidad para reconocer que una operación puede realizarse en ambos sentidos.
Etapa de
las operaciones concretas (de 7 a 11 años).
Durante
los años de primaria, el niño empieza a utilizar las operaciones mentales y la
lógica para reflexionar sobre los hechos. Por ejemplo, si le pedimos ordenar
cinco palos por su tamaño, los comparará mentalmente y luego extraerá
conclusiones lógicas sobre el orden correcto sin efectuar físicamente las
acciones correspondientes. Esta capacidad de aplicar la lógica y las
operaciones mentales le permite abordar los problemas en forma más sistemática
que un niño que se encuentre en la etapa preoperacional. De acuerdo con Piaget,
el niño ha logrado varios avances en la etapa de las operaciones concretas.
Primero, su pensamiento muestra menor
rigidez y mayor flexibilidad.
El niño entiende que las operaciones pueden invertirse o negarse mentalmente. Es decir, puede devolver a su estado original un estímulo como el agua vaciada en una jarra de pico, con sólo invertir la acción. Así pues, el pensamiento parece menos centralizado y egocéntrico. El niño de primaria puede fijarse simultáneamente en varias características del estímulo. En vez de concentrarse exclusivamente en los estados estáticos, ahora está en condiciones de hacer inferencias respecto a la naturaleza de las transformaciones. Finalmente, en esta etapa ya no basa sus juicios en la apariencia de las cosas.
El niño entiende que las operaciones pueden invertirse o negarse mentalmente. Es decir, puede devolver a su estado original un estímulo como el agua vaciada en una jarra de pico, con sólo invertir la acción. Así pues, el pensamiento parece menos centralizado y egocéntrico. El niño de primaria puede fijarse simultáneamente en varias características del estímulo. En vez de concentrarse exclusivamente en los estados estáticos, ahora está en condiciones de hacer inferencias respecto a la naturaleza de las transformaciones. Finalmente, en esta etapa ya no basa sus juicios en la apariencia de las cosas.

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